domingo, 14 de diciembre de 2008

104 MIL NUEVOS POBRES EN ESTE AÑO GRACIAS A POLITICAS NEOLIBELARES

Sin lugar a dudas, cuando uno escucha el eslogan con el que concluyen todos los mensajes publicitarios del Órgano Ejecutivo: “Un gobierno con sentido humano”, o le da risa o le despierta cierta ira.

Y es que un gobierno que trabaje con sentido humano, difícilmente permitirá que aumente la pobreza en su país, salvo que, lógicamente, ocurran catástrofes como grandes inundaciones, sequías o terremotos. Estos eventos no han ocurrido en El Salvador en los últimos años, no obstante, la pobreza ha aumentado.

Según una investigación a cargo del Programa Mundial de Alimentos (PMA), denominada “Alzas de precios mercados e inseguridad alimentaria y nutrición en Centroamérica”, el número de pobres en El Salvador aumentó en 104 mil.

Según la Encuesta de Hogares de Propósitos Múltiples”, de la Dirección de Estadísticas y Censos (DIGESTYC), en 2006 El Salvador contaba ya con 2 millones 149 mil 926 personas pobres.

El incremento tiene a la base, por supuesto, la falta de políticas alimentarias de los distintos gobiernos de ARENA, incluyendo al actual, así como la falta de controles gubernamentales para evitar las alzas inmoderadas y el acaparamiento, es decir, evitar la especulación.

Lo otro es que mientras más pobres hay, muy pocos se vuelven más ricos. Es decir, de la pobreza de uno se alimenta la riqueza de otros.

Las razones que arguye el gobierno del Presidente Elías Antonio Saca, para no regular o controlar precios de la canasta básica, es que “este es un país libre, y que el mercado es suficiente para regular o fijar precios”.

Lo anterior, por supuesto, es falso, pues la lógica de los empresarios es ganar lo más que se pueda, a costa de todo, sobre todo, cuando tienen vía libre, como se las han dado los distintos gobiernos de derecha, que velan solo por los intereses del gran capital.

No es cierto también que el mercado sea suficiente para autorregularse, sino el gobierno de los Estados Unidos no hubiera recurrido a elaborar un plan de rescate del sistema financiero.

Un gobierno con sentido humano seguramente no sólo controlaría precios de los productos básicos o estratégicos, sino que los regularía para evitar el impacto en las capas poblacionales más frágiles